Los amigos entran en nuestra vida por una razón, una temporada o una vida entera. Si logramos determinar en cada encuentro, si la amistad ha surgido por una razón, una temporada o para toda la vida, entonces sabremos cómo reaccionar hacia ella.
La persona que entra en nuestra vida por una razón es, generalmente, para satisfacer una necesidad que expresamos (conscientemente o no). Esta persona está allí para ayudarnos a atravesar dificultades, para proporcionarnos pistas, guiarnos, sostenernos, para ayudarnos física, emocional o espiritualmente.
También está ahí porque la necesitamos. Pero un día, sin que tengamos gran parte de responsabilidad, esta relación hará o dirá algo que quebrará la unión. Tal vez actuará de tal forma que no podremos continuar caminando a su lado. Lo que debemos tener claro entonces es que nuestra necesidad ha sido colmada, nuestro deseo satisfecho, que no hay más razón para caminar juntos y que ha llegado el tiempo de separarse.
La persona que entra en nuestra vida por una temporada es porque nuestra vida ha llegado a un punto en el que nos es necesario compartir, evolucionar o aprender.
Esta amistad nos aporta un sentimiento de paz, nos hace reír, nos hace descubrir algo nuevo o nos hace hacer algo de lo que nos sentíamos capaces. Esta amistad nos aporta generalmente una suma inmensa de alegrías. Pero tan sólo durante una temporada.
Las personas que entran en nuestra vida para siempre, son las amistades que nos forjan, nos forman y nos ayudan a construir nuestras bases emocionales. Nuestra tarea es aceptar las lecciones, amar y mostrar a la otra persona todo lo que hemos recibimos y aprendido en otras relaciones. Se dice que el amor es ciego. Pero la verdadera amistad es clarividente.
Este mensaje tiene como objetivo aprender a mostrar a la gente que la amamos y ver cuánto nos lo devuelven. De todas maneras, en cualquier de los casos:
«Trabaja como si no necesitaras dinero,
ama como si nunca te hubieran hecho daño
y baila como si nadie te mirara.»